5 meses y medio pueden ser 154 días, 22 semanas o 14 sesiones de consejo directivo sin que la FADU llegue a elegir decano. Desde el 5 de marzo hasta el 18 de agosto (vacaciones de invierno incluidas), ninguno de los principales candidatos a decano llegaba a obtener los votos necesarios para lograr el tan deseado puesto. Todo esto, sin contar que para el 14 de diciembre del año pasado, en la vergonzosa y violenta(1) re-asunción de Hallú a la cabeza de la UBA, casi todas las facultades habían elegido decano. Pero FADU no, y no iba a hacerlo por mucho tiempo.

Pero no queremos centrarnos tanto en los dimes y dirites que surgieron entre encuentro y reforma, y la segura división de secretarías que se planificaba ya desde diciembre en el 4to piso. En tanto estudiantes, docentes y no docentes, no nos podemos incluir en la disputa de más poder entre los poderosos y que deciden todo (nuestro futuro y el de FADU) entre 4 paredes. Sólo para el dato, a Sorín se le terminó el mandato el 15 de marzo, y a partir de ahí Urdampilleta asumió como Consejero a cargo del decanto. Este “beneficio” le sería otorgado, según el estatuto universitario, por 15 días. Según la realidad, por 5 meses.

Como La ReVuelta, estábamos de acuerdo cuando, por allá lejos y hace tiempo, en marzo, los consejeros estudiantiles de estudiantes por el cambio (2 del PCR-La Corriente- y 1 del PO), decidían no dar quórum al consejo directivo, para que así no se pudiera elegir decano, ya que esta elección se iba a dar en época de vacaciones. Así participamos, por ejemplo, de la asamblea que se hizo en la puerta del consejo directivo el 10 de marzo. Las clases arrancaban el 22 del mismo mes. Así que decidimos esperar a que todxs nos encontremos cursando y trabajando en FADU. ¿Por qué? Fácil. El consejo directivo se maneja de la siguiente manera: tiene 4 representantes para los estudiantes, que somos 30.000. Tiene 4 representantes también para los graduados, que hoy por hoy suman 5.000 personas. Primera irregularidad. Pero falta lo peor. ¡8 consejeros representan a 150 profesores! Esto es porque sólo muy pocos docentes están concursados y nombrados, y son sólo ellos quienes tienen el “derecho” de votar a sus representantes. Ah, y de cobrar, claro. Recordemos que la falta de concurso y nombramiento es, junto con el ahogo presupuestario, la primera causa de subrentas y trabajo ad-honorem de docentes en la FADU en particular y la UBA en general. Para sumar sinsentidos, los trabajadores no docentes tienen voz, ¡pero no voto! Muy democrático lo de esta gente.

Así, creíamos y seguimos creyendo que no podemos depender de la voluntad y el humor del consejo directivo, ya que éste prácticamente no nos representa. Así, cuando se dio la discusión de decano, nuestro planteo fue llamar, el mismo día de inicio de clase, a asamblea general interclaustro, para empezar a discutir entre todxs qué modelo de facultad no sólo queremos, sino que vemos que el pueblo necesita, qué nos brinda mayor desarrollo colectivo, y por tanto personal, al aportar a un nuevo modelo de sociedad, en base a nuevas relaciones sociales y humanas.

Ahora, llamar a asamblea no es tarea fácil. Hay ciertos medios (difusión, sonido, etc.), que no sólo no eran facilitados por el CEADIG, sino que fueron trabados y boicoteados nuestros propios esfuerzos, como estudiantes, de llegar a una discusión amplia, y que los consejeros comiencen a estar mandatados por sus bases como debe ser. Vaya uno a saber cómo la conducción del Centro de estudiantes decidía sentarse o no sentarse en el consejo directivo. Así, tuvimos resistencia suficiente como para llamar a 3 asambleas, que de a poco fueron convocando a algunos curiosos que no se sabía si iban a la asamblea o justo pasaban por el patio. No importaba, sabíamos que el debate no se abre de un día para el otro cuando el clima que impera es el del desentendimiento y la “representatividad”, en donde se puede escuchar “para qué me vienen a preguntar por el decano, yo los voté para que ellos lo decidan”. Lamentablemente, no pudimos seguir adelante con los llamados a espacios de discusión y decisión amplios. Los docentes seguían sin cobrar, la facultad estaba intervenida por reforma desde el consejo superior, y el desgaste comenzaba a aparecer.

Sin un movimiento dispuesto a participar y cuya dirección no era necesario disputar, La Corriente se empecinaba en decir que “hacía algo” manteniendo su idea de asambleas por taller. ¿Por qué creemos que este modo de supuesta participación no lo es?

- No se puede entrar a hablar a todos los cursos, menos que menos a hacer una asamblea

- Se votan cosas que la gente suele no entender o escuchar (las condiciones del taller son pésimas para esto) y levanta la mano como si fuera un trámite, en lugar de escuchar, pensar, debatir y decidir

- Se separa la discusión entre los mismos estudiantes, siendo la conducción del centro la que lleva “los resultados” (bastante dudosos, por cierto) de las votaciones entre taller y taller

- No se alienta a la discusión interclaustros (docentes, no-docentes y estudiantes)

A todo esto, una nota de color desaturado más. Una consejera estudiantil nos reprochaba que las asambleas no funcionaban porque había que llamarlas desde el centro de estudiantes. Este fue el diálogo:


- Ustedes no pueden llamar a asamblea cuando quieran, se tiene que definir en la comisión directiva del Centro de Estudiantes.

- Bueno, ¿cuándo se reúne?

- No se sabe, siempre es a último momento.

- Aaah, perfecto...

- Y bueno, además sabés que como no tienen secretarías en el Centro, podrían tener voz pero no voto.

En fin, el centro de estudiantes pasa a ser, más que el órgano que nos permite nuclear nuestros debates y acciones, y coordinarlos con los de los sectores docentes y no docentes, un abrojo burocrático más, que le hace el juego del acallamiento y no participación de los estudiantes en la vida política de la facultad.

El pasado miércoles 18 de agosto, se eligieron a Cajide y mirando como decano y vice respectivamente. Previo a ello, hubo una asamblea que mostró al activismo de siempre, y a la corriente pasando sus resultados dudosos de asamblea por taller, sin haber llamado 1 sola vez a asamblea general en 5 meses y medio. Básicamente, llamaba a votar que se sienten en el consejo, permitiendo la elección de decano y vice, a cambio de que les firmen 17 proyectos, en un compromiso que no será el primero en adquirirse y no cumplirse también. Por caso, existe desde 2008 un proyecto de comedor aprobado por el consejo directivo. Pero nosotros al comedor no lo vemos, ¿y ustedes? Para cerrar con el bochorno de esta “asamblea”, la consejera del PO quiso proponer una moción para que se vote en la asamblea y las consejeras del par no la querían dejar (¡!)

Tomamos, como punto de partida, la conformación de un grupo abierto, comisión, como gustemos llamarle, que se encargue de analizar bien los proyectos presentados por la conducción del centro, y luchar por que se cumplan, ya que las palabras y las firmas, de momento, no han logrado nada.



(1) Se dio una fuerte represión sobre la columna compuesta de estudiantes y docentes, que denunciaban la ilegitimidad de la reelección ya que muchas facultades ni se encontraban representadas y que además la composición de la asamblea universitaria (órgano encargado de elegir al rector de la UBA, conformado por todos los consejo directivos de todas las facultades y los consejeros superiores) repite la lógica antidemocrática de cada consejo directivo. Mientras esta represión se llevaba adelante, en el Congreso no se dejaba ingresar a los consejeros estudiantiles a la Asamblea.

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